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                                                                         El Jardín Botánico en verano     

                                                                                                                                                                        Aire fresco en el estío

 

        El verano, en un país con tantos kilómetros de costas como el nuestro, se vive intensamente junto al río, al mar, al océano. Pero eso no es un impedimento para disfrutar también de las bellezas que nos ofrece nuestro Jardín Botánico durante el estío.          

        Una vez finalizadas las muy necesarias obras de drenaje, nuevas plantaciones de palmeras, árboles y arbustos van surgiendo. La vieja casona está tapizada por la enamorada del muro.       

           

             

 

La flora indígena cuenta con ejemplares de gran atractivo en esta época, como la pezuña de vaca, la enredadera de los cepillos, el lapachillo, el tala blanco, el Francisco Álvarez.

 

        

 

A través de monumentos y esculturas, los pueblos recuerdan a sus antepasados ilustres. En el jardín, el busto de José Arechavaleta honra a uno de los botánicos y naturalistas más importantes que tuvo el Uruguay.

 

    

 

En el parque conviven cientos de especies de diferentes orígenes, así es posible encontrar a la banana do Mato junto al ligustro, a "danzarinas" Santa Rita junto al senecio, o a los africanos agapantos junto a cipreses.

 

 

      

 

 

   

 

     

 

Las plantas acuáticas también tienen su lugar, y en los estanques conviven Nymphaea y Nymphoides junto a camalotes y cucharones. El hibisco nativo muestra su belleza en condiciones húmedas. La exótica alpinia nos deleita con sus flores con aspecto de porcelana.

 

     

 

     

 

La cina-cina está en su esplendor, también la Escallonia y la Cortaderia. El arrayán muestra sus frutos con diferentes tonalidades, y el ingá se prepara para fructificar.

 

    

 

    

 

Atilio Lombardo, nuestro gran Profesor, es una figura inolvidable en nuestro país. De peón de la Intendencia Municipal de Montevideo llegó a Director de Parques y Jardines. Publicó en el Almanaque del Banco de Seguros del Estado, muchos artículos sobre vegetación indígena y plantas cultivadas.

Su magistral "Flora Arbórea y Arborescente del Uruguay", sus obras sobre árboles, arbustos y arbustillos cultivados en los paseos públicos, plantas trepadoras, plantas acuáticas y plantas florales, son de consulta obligatoria por parte de docentes y estudiantes de jardinería.

Merecidamente, el espacio verde hoy lleva su nombre. Bien lo hizo notar el Prof. Julio Muñoz en una de sus obras, al afirmar que la Botánica en Uruguay tuvo dos períodos notables: antes y después de Arechavaleta, antes y después de Atilio Lombardo...

                                                        

 

 

    Hasta fines de la década del 30 del siglo pasado, se consideraba al ibirapitá como un árbol exótico, originario de Paraguay, Norte argentino y Brasil. Un llamado telefónico a Montevideo, puso en conocimiento del Maestro que en islas próximas a las costas del Departamento de Artigas, en territorio uruguayo, crecían en forma espontánea unos corpulentos árboles, cuyo nombre se desconocía. Llegado al lugar Don Atilio, comprobó, sin duda en momentos de gran emoción, que esos ejemplares correspondían al emblemático árbol de Artigas, pasando entonces este simbólico vegetal a integrar el listado de nuestra flora nativa. En 1940, el gran Profesor publica un artículo en la Revista de la Asociación Rural del Uruguay titulado "El ibirapitá es nuestro"...

 

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