AYER ESTUVIMOS EN....
Humedales del Santa Lucía
Miles de hectáreas para conservar y disfrutar
Primera parte: Pista de regatas - Avenida de los Deportes
El Río Santa Lucía nace en la zona de serranías del Departamento de Lavalleja, y su cuenca cubre unos 13500 kilómetros cuadrados. Atraviesa, en su recorrido, el Departamento citado, y los de Florida y Canelones, sirviendo finalmente de límite a los de San José y Montevideo. Sus aguas tienen como destino final el Río de la Plata. La reserva hídrica de la cuenca del Río Santa Lucía abastece del vital elemento para el consumo humano a la capital, Montevideo, y a varias ciudades del Departamento de Canelones, cubriendo las necesidades de un 57 % de la población del país.
En su curso final, unas 20000 hectáreas de la cuenca se hallan dentro de la definición de humedales.
En 1971 se firma en Ramsar, Irán, la Convención sobre los Humedales. A los efectos del tratado internacional suscrito, “son humedales las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluídas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros”.
Hacia fines de 1995, los Estados firmantes habían incluído 773 humedales (más de 52 millones de hectáreas).
Los humedales cumplen funciones ecológicas relevantes, como reguladores de los regímenes hidrológicos y como hábitat de una muy rica biodiversidad. Constituyen un recurso de gran importancia económica, cultural, científica y recreativa, que debe ser preservado o bien debe ser conservado mediante un uso racional, que otorgue beneficios a la comunidad de una manera compatible con el mantenimiento de las propiedades naturales de los ecosistemas.
En Uruguay, se destacan por su extensión los ecosistemas de humedales ubicados en el Sureste del país (cuenca de la Laguna Merin y costa oceánica de Rocha: sucesión de lagunas y bañados asociados, algunos de aguas dulces y otros con intrusión salina), si bien se los puede observar en todo el territorio nacional, con superficies variables: Farrapos en el litoral del Río Uruguay, los bañados del Río Santa Lucía en las cercanías de su desembocadura en el Río de la Plata, los bañados del río Tacuarembó, y los que se encuentran en las costas bajas del Río de la Plata, en el Departamento de Colonia, a modo de ejemplo. Fueron declarados hasta el momento Sitios Ramsar, los humedales del Sureste (325000 Há.) y los de Farrapos (10000 Há.). No existe constancia hasta el momento acerca de una propuesta de inclusión de los de Santa Lucía en el Convenio internacional.
Se estima que alrededor de 3500 km2 de la superficie del país está ocupada por lagos y lagunas naturales y artificiales y aproximadamente 4000 km2, por bañados permanentes y temporarios. Se encuentran en tierras bajas inundadas en forma temporaria o permanente, poco profundas, con vegetación emergente de raíz arraigada.
Los humedales, de gran productividad natural, actúan , como ya fue expresado, como reguladores del sistema hidrológico. Además, controlan la erosión y albergan la fauna silvestre, en especial las aves. Para Uruguay, se han citado más de 400 especies de aves, de las cuales más de la mitad se hallan en ambientes acuáticos.
En nuestro país, ocurren también especies de mamíferos de significación económica, como Myocastor coypus (nutria) y Hydrochoerus hydrocharis (carpincho).
Los humedales del curso final del río Santa Lucia abarcan la superficie ya citada de unas 20.000 hectáreas en los departamentos de San José, Canelones y Montevideo. En el departamento de Montevideo el área que ellos ocupan es de aproximadamente 2.500 hectáreas (un 12 % del total). Esta zona de Montevideo, que incluye bañados, costas y montes indígenas, constituye un ecosistema único en el centro-sur del país, el cual se debe conservar y/o recuperar para el uso y disfrute colectivo. El Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo , aprobado por la Junta Departamental en setiembre de 1998 define esta zona como un Área de Paisaje Natural Protegido.
Los terrenos linderos al pueblo Santiago Vázquez sobre las desembocaduras del arroyo San Gregorio, cañada del Peral y arroyo de la Tortuga son de propiedad municipal y abarcan casi mil hectáreas, incluyendo los correspondientes al Parque Lecocq y algunos terrenos cedidos a otras instituciones. El resto del área es propiedad privada.
Otra zona que integra esta Area de Paisaje Natural Protegido, y que será, junto a la del Parque Lecocq, motivo de notas posteriores, es la denominada Barrancas de Melilla, donde permanece un relicto de lo que era otrora el monte indígena del Departamento de Montevideo.
En la vasta área que alcanza, como mencionáramos, 2500 Há., se han podido observar unas 140 especies de aves, a las que nos dedicaremos en la próxima entrega, varias especies de anfibios y reptiles, y un número destacado de mamíferos.
Los peces constituyen un apartado importante, ya que la zona es destacada por sus cualidades para la pesca, tanto artesanal como deportiva. Diversos relevamientos permitieron confirmar la presencia de bogas (Leporinus sp.), dorado (Salminus maxillosus), carpa europea (Cyprinus carpius), patí (Luciopimelodus pati), sábalos (Prochilodus platensis), tamberas (Pogonias chromis), roncaderas (Micropogonias furnieri), pejerreyes (Odonthestes brasiliensis), bagres (Iheringichthys sp.), tarariras (Hoplias malabaricus), pirañas (Serrasalmus natereri), además de mojarras, dientudos, castañetas, lachas y sardinas. Los ejemplares de corvina son cada vez más escasos.
Merece una mención especial la carpa europea, cuyas poblaciones han ido en aumento a lo largo de los últimos años, comprobándose la existencia de ejemplares de muy buen tamaño y quilaje, siendo muy buscadas por los pescadores deportivos, ya que ofrecen una muy apreciable lucha. Los pescadores artesanales las capturan mediante el uso de redes, y el producido por su comercialización se está convirtiendo paulatinamente en su principal fuente de ingresos.
Diversas especies de cangrejos se pueden observar en los arenales, y constituyen el alimento preferido de un buen número de los peces arriba mencionados.
La salinidad y la temperatura del agua en las diferentes épocas del año determina la presencia de las diferentes especies. Los pescadores conocen muy bien las diferentes alternativas.
En el área de humedales predominan las plantas llamadas hidrófitas (hydro= agua; phyta= planta). El Parque Natural Municipal se encuentra en una zona donde hay aportes periódicos de agua del río de la Plata, debido a los vientos del sur, esto determina la existencia de especies adaptadas a condiciones de salinidad como son, la Salicornia ambigua, una planta afila (sin hojas) de tallos cilíndricos de 3 o 4 milímetros de diámetro, con tonalidades rosadas. De cualquier manera, el grado de salinidad es variable, dependiendo de la época del año, de los vientos, y de la cuantía del agua precipitada en la extendida Cuenca del Santa Lucía.
Las especies más frecuentes y posibles de observar en zonas donde existe inundación permanente son: el junco o hunco (Scirpus californicus), tradicionalmente se lo ha utilizado para hacer esteras o revestimiento para los techos de paja , el junco negro (Juncus acutus) muy punzante, la paja penacho (Cortaderia selloana) gramínea que se destaca en el bañado por sus inflorescencias de color blanco, y la totora (Typha domingensis) que es común en suelos inundados, y cuyas hojas dan excelente fibra y son usadas en artesanías.
En el paraje conocido como Barrancas de Melilla existe un monte indígena, valorado como el único existente en el Departamento de Montevideo. Con 12 Há. de bosque fluvial y unas 18 Há. de monte de parque, cuenta con especies representativas cuyas fotografías estarán en futura nota. Algunas de ellas son : Acacia caven (espinillo), Acca sellowiana (guayabo del país), Allophyllus edulis (chal-chal), Arecastrum romanzoffianum (pindó), Berberis laurina (espina amarilla), Blepharocalyx salicifolius (arrayán), Celtis tala (tala), Cephalanthus glabratus (sarandí), Citharexylum montevidense (tarumán), Daphnosis racemosa (envira), Erythrina crista-galli (ceibo), Eugenia uniflora (pitanga), Hibiscus cisplatinus (hibisco de bañado), Iodina rhombifolia (sombra de toro), Lantana camara (lantana), Lithraea brasiliensis (aruera), Manihot grahamii (falsa mandioca), Myrceugenia glaucescens (murta), Myrcianthes cisplatensis (guayabo colorado), Myrsine laetervirens (canelón), Phytolacca dioica (ombú), Pouteria salicifolia (mataojos), Salix humboldtiana (sauce criollo), Sapium glandulosum (curupí), Schinus engleri var. uruguayensis (molle rastrero), Schinus longifolius (molle, matecito), Scutia buxifolia (coronilla), Sebastiania brasiliensis (blanquillo), Senna corymbosa (rama negra), Xylosma tweedianum (espina corona).
En este monte, además, se encuentran más de 40 especies de líquenes, alguna de ellas citada por primera vez para Uruguay.
El recorrido efectuado en esta primera visita, se realizó por la Avenida de los Deportes, bordeando primero la Pista de Regatas junto al poblado Santiago Vázquez, y luego recorriendo el tramo que atraviesa la zona del humedal hasta llegar a Avenida de los Camalotes. En una distancia de algo más de dos kilómetros, pudimos apreciar la vegetación que les mostramos a continuación. Las fotografías fueron tomadas a mediados del mes de marzo, por lo que las especies relevadas mostraban aún buena parte de sus mejores atributos ornamentales.
Unos pocos ejemplares de rama negra (Senna corymbosa) nos muestran aún sus flores amarillas, señal de que las temperaturas son todavía altas. La llamativa floración de esta especie hace que deba ser cultivada en mucho mayor número en nuestros espacios verdes. El Abutilon grandifolium (= Abutilon molle) se puede encontrar en muchos lugares en la costa oeste del Departamento, por lo que no podía faltar a la cita. Si bien no tiene la espectacularidad de otros “farolitos” como A.pictum y varios híbridos modernos, de cualquier manera por su singular follaje y su crecimiento rápido es una opción interesante para nuestros jardines.
La cina-cina (Parkinsonia aculeata) y el tala (Celtis tala) son especies nativas abundantísimas en todo nuestro territorio, por lo que se podía preveer de antemano su presencia. La primera se destaca sobre todo por su fino follaje y floración, el segundo lo hace principalmente por sus frutos, comestibles, muy apetecidos por las aves, que se encargan de diseminar las semillas, de forma tal que aparece en todo el territorio nacional.
Tampoco podían faltar el curupí o palo de leche (Sapium glandulosum) y la falsa mandioca, Manihot grahamii (= Manihot flabellifolia) que se destacan por su follaje y también por sus frutos.
Varias agradables sorpresas nos esperaban a lo largo del recorrido. Una de ellas la constituyó la presencia de varias plantas de brotal, llamada también enredadera de papa (Boussingaultia gracilis), una trepadora originaria de zonas tropicales de América que en estas latitudes vive en forma subespontánea sobre cercos, tejidos y aún creciendo sobre otras plantas. Poco utilizada en jardines, merecería más atención por su abundantísima floración en verano y otoño. Sus raíces tuberosas y la particularidad de presentar tuberculillos aéreos, ricos en almidón, le han merecido el segundo de los nombres comunes mencionados.
Otra sorpresa fue encontrar una extendida comunidad de duraznillo enredadera (Solanum amygdalifolium), que aportaba sus tonalidades lila-azuladas al paisaje. Muy bonita, afortunadamente esta trepadora indígena es valorada y utilizada con frecuencia en nuestros jardines.
Y hay que reconocer que muchas veces la naturaleza nos muestra atractivas combinaciones que podemos repetir en nuestras áreas verdes. Y un buen ejemplo es la hermosísima asociación espontánea entre las dos trepadoras antes mencionadas, que bien vale la pena mostrar.
En todo el recorrido se puede observar en forma constante al punzante junco negro (Juncus acutus) y caraguatá (Eryngium sp.), ambos presentes también en prácticamente todas las zonas húmedas del país.
Tal vez los grandes protagonistas en esta zona de humedales sean los pajonales, donde la cola de zorro o paja penacho (Cortaderia selloana) asombra por su porte y sus atractivas espigas, contándose por miles los ejemplares existentes.
Una comunidad de gramíneas nos llamó poderosamente la atención, por su colorido y extensión, y nos hizo pensar cuántas especies de nuestros campos deberían ser valorizadas a los efectos de su uso como ornamentales.
Totorales, chircales y espadañales están también presentes en todo el recorrido, pero sin duda las postales del río y de su puente, mostrarán las grandes extensiones de junco (Scirpus californicus), especie con fuerte presencia en prácticamente toda América, desde el sur de los Estados Unidos. Con diversas subespecies, los juncos tienen diferentes usos que permiten el sustento de numerosas comunidades americanas.
Es importante señalar que en todo el trayecto observamos la presencia de especies introducidas, como fresnos, moreras y sauces exóticos, junto con algunas ligustrinas. El número mayor de ejemplares se halla próximo al borde del camino, por lo que la intervención humana explicaría su presencia. El control de esos ejemplares se hace necesario, a fin de prevenir la alteración del ecosistema de humedales.
Ya en nuestro retorno, en el último tramo sur de la Avda. de los Deportes, la presencia de numerosos botes y el avistamiento del tradicional puente de hierro, nos indica que hemos llegado al final del recorrido. Una nueva área recreativa se está gestando, a impulsos del gobierno municipal. Y un moderno puente de importante altura ha modificado el paisaje al que estábamos acostumbrados.
Y las aguas del extenso río, cansadas de tanto andar, luego de besar playas, sauzales, sarandizales, juncales y camalotales, y de abrazar tantas flores de ceibo en su trayecto, desembocan finalmente en el estuario.
Pero no se irán definitivamente sin recibir las coplas que desde algún lugar les sigue dedicando Alfredo. Quizás en una noche de bruma sobre el río, el chapoteo lejano de algún remo nos traiga a la memoria a “el loco Antonio”. Es que el alma del botero, junto a la del recordado cantautor, estarán ligadas por siempre a la del eterno Santa Lucía.
Puente de fierro sobre el pajonal,
agua sin rumbo como en el mar,
la luna lo abandonaba y se anegaba en el barrial.
El loco Antonio lo amaba más,
remos de palo y chalana,
las bajantes lo encontraban pensando y dele fumar...
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las bajantes lo encontraban.....
mirando... pa´ la canal.
“El loco Antonio” - Alfredo Zitarrosa, autor e intérprete
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