Jardinería y Paisajismo

 

 

 

     CURSOS

                                                                                                                    EL JARDIN EN OTOÑO

 

                                                                                                  Cuando cambian los colores…

 

 

 

 

         

                                       

 

 

Para muchos es la mejor estación del año. Días templados, sol tibio, vientos moderados. Tiempo de las últimas vacaciones, de cargarse de energía para abordar el largo trecho que lleva hasta fin de año.

 

Para los amantes de la naturaleza, es tiempo de observar las hermosísimas manifestaciones previas al reposo invernal.

 

 

        

 

 

¿Por qué esos sorprendentes cambios de colores que nos asombran día a día? Podemos dar una sencilla respuesta: las plantas reservan en sus ramas, tronco y raíces el alimento que elaboraron durante la primavera y el verano. Y es a expensas de ese alimento que lograrán nuevamente brotar a partir de setiembre.

 

 

         

 

  

Los cambios de color ocurren en la medida que ese alimento es trasladado, permitiendo que en las hojas comiencen a expresarse otros colores que antes se encontraban “enmascarados”. Es así que aparecen los amarillos, rojos, naranjas y otros. A esos cambios se los conoce como “otoñaje” u “otoñada” y en muchos casos constituyen un muy importante atributo ornamental.

 

 Las temperaturas en descenso y la menor cantidad de horas de luz de la estación desencadenan cambios fisiológicos en las plantas que explican estas manifestaciones.

 

 

             

 

 

No solo los árboles presentan los cambios de color, también algunos arbustos son notables en ese sentido. Algunos Berberis, el “granado de jardín”, las Lagerstroemia, Nandina, son muy buenos ejemplos de estos últimos.

 

Los árboles ofrecen múltiples variantes. El Ginkgo se destaca por su amarillo pálido, lo mismo que los “fresnos”, el “arce blanco” y el Acer ginnala, cultivado recientemente en algunas avenidas.

 

A la hora de pensar en las tonalidades rojizas, el Liquidambar surge como primerísima opción, junto con el “roble de los pantanos”. Árboles de menor porte como el Rhus y los "kaki" y los "cerezos" son utilizados también, y su presencia en parques y jardines va en aumento.

 

 

 

                                                    

 

 

Y si bien la mayoría de las coníferas son de follaje persistente, el “ciprés calvo” es una de las pocas excepciones. Majestuoso, de gran porte, especialmente adaptado a terrenos inundados y utilizado para parquizar los mismos. Junto con los árboles conocidos como “mangles”, forman asociaciones en los pantanos del sur de la Florida (EEUU), conocidas como “manglares”.

 

 

 

                                                                 

 

 

 

Y no podemos dejar de lado la mención a algunas plantas de las denominadas trepadoras, como la “enamorada del muro”, Partenocissus tricuspidata. Los colores de sus hojas varían a medida que avanza el otoño.

 

Las “glicinas” y la "trompeta de fuego", Campsis radicans, presentan un atractivo follaje amarillento previo a la caída de las hojas.

 

 

 

           

 

  

 

En climas más fríos que el nuestro, las manifestaciones otoñales son aún más intensas, y los contrastes son mayores. Se suele afirmar que por estas latitudes muchas veces pasamos del verano al invierno o de este último al verano, sin que el otoño o la primavera tengan una presencia marcada. Y esto es parcialmente cierto, pero no es excusa para que no seamos capaces de manejar las múltiples posibilidades que nos brindan las plantas a la hora de diseñar los espacios verdes.

 

 

                 

 

 

Y la “otoñada” no puede pasar desapercibida para quienes saben disfrutar del jardín como lo que realmente es: un “cuadro” dinámico, cambiante en todas las estaciones, y por eso difícil de concebir aún en la imaginación del más encumbrado paisajista, pero un desafío creativo que sin duda brindará las mayores satisfacciones.      

 

  

 

         

 

 

              

 

Y para finalizar, un pequeño consejo:

 

No ubique en el jardín o parque demasiados ejemplares de hoja caduca, que son los que pierden la totalidad del follaje durante los meses fríos. El espacio verde quedará desprovisto de atractivos, ya que solo se observarán ramas desnudas.

 

Una buena opción es recurrir a las coníferas, como “cipreses”, “pinabetos”, Chamaecyparis, ya que la gran mayoría de ellas posee follaje persistente durante el otoño e invierno. No solo contrastan muy bien por su forma y colorido con las especies de hoja caduca, sino que además “visten” muy bien el jardín durante la temporada fría.

 

 

           

 

 

 

CONSEJOS DE JARDINERIA. Otoño.

 

 

Hasta mediados de mayo se pueden sembrar semillas de las especies de floración inverno-primaveral: pensamientos, prímulas, cineraria de los floristas, caléndula, alelí, espuela de caballero. Se pueden sembrar semillas de arbustos y árboles, cuidando proteger a las plantitas durante el invierno.

Para mantener el césped verde durante los meses fríos, se incorpora al mismo semilla de “raigrás” anual, a razón de 6-8 Kg. cada 100 m2. Conviene cubrirlo con una pequeña capa de tierra, no mayor de 0,5 - 1 cm. de espesor, para favorecer la germinación y evitar que las aves coman una excesiva cantidad de semilla. En unos 15 días, dependiendo de las temperaturas, se verá nacer un césped de color verde claro, que se mantendrá espléndido durante todo el invierno. Claro está, la resistencia al pisoteo no es muy buena, ya que no se tratará de plantas vigorosas.

Abril y mayo (hasta promediar el mes) son los meses de plantación de la mayoría de los bulbos cuyas flores disfrutaremos a fines de invierno y comienzos de primavera: anémonas, fresias, narcisos, jacintos, marimoñas, tulipanes, etc.

Se pueden comenzar algunas podas y la plantación de arbustos en el jardín. Las estacas provenientes de podas se pueden hacer enraizar en un medio apropiado, como ser tierra enriquecida con turba o compost o humus de lombriz.

Las plantas delicadas deberán protegerse de las heladas que pueden comenzar estos meses.

Aproveche las hojas que caen de los árboles para iniciar un compost que podrá ser utilizado en la próxima primavera y verano.

 

 

      

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                                  Imágenes propias captadas durante otoño de 2008 y otoño de 2011 y algunas gentilmente cedidas por nuestros estudiantes.

        


 Este artículo y las decenas de trabajos ilustrados que Ud. puede leer en este sitio Web, fueron redactados por docentes con sólida formación, amplia trayectoria a nivel público y privado y mucha experiencia. A la hora de decidir a quién confiar la dirección de su aprendizaje, no olvide consultar.

 

                        

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