EL RIO DE LAS PLANTAS
Primera parte: el Jardín Botánico
Es la ciudad increíble, la cidade maravilhosa, como la postulara André Filho, y la voz de Caetano Veloso difundiera a lo largo y ancho del planeta. Es el Jardim florido de amor e saudade, donde no hay invierno, y la vegetación se expresa todo el año sin limitaciones.
Río de Janeiro te fascina, te seduce y te hace siempre pensar en volver. Hay un Río del Carnaval, otro del Cristo del Corcovado, del Pão de Açúcar, de las fantásticas Copacabana e Ipanema, del gran Maracaná, de la primera ciudad Olímpica de América del Sur.
Y hay un Rio de plantas exuberantes, que siempre están presentes en cualquier lugar que se visite. Los amantes de la vegetación pueden estar seguros que se asombrarán, deleitándose a cada paso con los ejemplares que por razones climáticas deben ser cultivados al reparo del frío en otras latitudes.
Río tiene su Floresta da Tijuca, dentro del Parque Nacional del mismo nombre, siendo la misma la tercer área verde urbana de Brasil, con casi 4000 Ha. Y tiene su Jardín Botánico, punto de visita obligado de los turistas que de todas partes del mundo llegan a la gran ciudad.
Concebido como huerto Real en 1808, luego fue cambiando su nombre por el de Real Jardim Botânico y posteriormente Jardim Botânico. Actualmente es el Instituto de Pesquisas Jardim Botânico, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.
Con casi 7000 especies de plantas, más de 40.000 ejemplares vivos y un herbario de más de 320.000 especies, UNESCO le otorgó en 1991 la distinción como Reserva de la Biosfera.
Plantas de diferentes orígenes tropicales y subtropicales conviven en el área verde. Así, la enorme Victoria amazonica (Victoria regia) que vive en aguas poco profundas del Amazonas, es custodiada desde las orillas por un "ejército" de neumatóforos del Taxodium distichum (ciprés calvo) de los pantanos de la Florida, EEUU. Typhonodorum lindleyanum, una curiosa arácea originaria de Tanzania y de Madagascar, asombra por su hábito de crecimiento. Las fantásticas Ravenala madagascariensis sirven de telón de fondo. Forman un abanico perfecto, y sus flores son vistosas, como las de todas las Strelitziaceae.
El jardín cuenta además con un orquidiario y un bromeliario, donde el colorido es sorprendente.
Orquídeas de varios géneros, heliconias, bromelias diversas y la vistosísima Alpinia purpurata, nativa de Malasia, sorprenden gratamente a los visitantes.
Couroupita guianensis "cuia do macaco" muestra sus perfumadas flores sobre el tallo, y las Senna lucen su dorado otoñal.
Y como Brasil es un país de grandes contrastes, donde se pasa en poco tiempo de un cielo tormentoso y copiosas precipitaciones a un tórrido sol, no sorprende una transición de canales con agua bordeados por una lujuriosa vegetación tropical, a un jardín de plantas crasas y cactáceas. Solo la gran capacidad de adaptación de los vegetales permite que nos imaginemos a esos ejemplares de climas áridos sobreviviendo en un ambiente tan húmedo. Los canteros elevados y materiales con perfecto drenaje son requisitos imprescindibles.
Dejar que Rio te atrape no es tarea difícil. Rápidamente te va a enamorar. Te vas a sentir libre y vas a deambular a veces sin rumbo, sintiendo la energía de la naturaleza, esa que solamente se capta cuando la misma se expresa a pleno, lo que únicamente los climas tropicales permiten.
La música te va a embelesar. Los colores te van a impresionar. No te apures, aquí todo tiene su ritmo y hay que respetarlo.
No te vayas sin tomar unas cervejas en Garota de Ipanema al atardecer. Por allí quizás escuches al gran Vinicius acompañado por Jobim, Toquinho y María Creuza en un canto a la belleza de la mujer carioca...
Moça do corpo dourado
do sol de Ipanema,
o seu balançado
é mais que um poema,
é a coisa mais linda
que eu ja vi passar...
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Garota de Ipanema fue compuesta en 1962 por Antonio Carlos Jobim, y la música es de Vinicius de Moraes.
"O Poetinha" hubiera cumplido 100 años en octubre del 2013.
Próxima (segunda) entrega: El homenaje a Roberto Burle Marx