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Prado de Montevideo:
Juana Fernández Morales, que a los veinte años adoptó el apellido de su esposo, Lucas Ibarbourou, nació el 8 de marzo de 1892 en Melo, departamento de Cerro Largo y falleció en Montevideo el 15 de Julio de 1979.
Su infancia,
su ciudad natal y el amor son los temas recurrentes en sus colecciones de
poemas. Ya había comenzado a publicar sus poemas en "El Deber Cívico", "El
nacionalista" y en el mensuario "Apolo". Utiliza el seudónimo Jeannette d'Ibar.
En 1919 se publica la primera edición de Las lenguas de diamante. Luego siguen
El cántaro fresco (1920), Raíz salvaje (1922), Chico Carlo (1944), Perdida
(1950) y Canto rodado (1958). Otras obras son Loores de Nuestra Señora, Estampas
de la Biblia (ambas de 1934), Los sueños de Natacha, Azor, La pasajera,
Romances del destino, Oro y tormenta y San Francisco de Asís.
Juana es una de las máximas exponentes de las letras nacionales, reconocida
también en el resto del continente, al punto de haber sido aclamada como Juana
de América en 1929 en el Palacio Legislativo en conmemoración del 25 de agosto,
en acto presidido por Juan Zorrilla de San Martín, y con la intervención de
Alfonso Reyes.
Pero también recibió varios más: Orden Universal del Mérito Humano (en Ginebra en 1931), Medalla de Oro de Francisco Pizarro (Perú,1935), Orden del Cóndor de los Andes (Bolivia, 1937) Orden del Sol (Perú, 1938), Orden del Cruzeiro do Sul (Brasil, 1945) Primero premio del Ministerio de Instrucción Pública del Uruguay (medalla de oro en 1945), Cruz de Comendador del Gran Premio Humanitario (Bélgica, 1946) entre otros.
La
poetisa es homenajeada de diferentes formas en su departamento: una calle y el
principal edificio de Melo llevan su nombre. Su casa natal, ubicada en la calle
Treinta y Tres 317, se transformó en un museo que atesora parte de su vida y
obra.
El 17 de
noviembre de 1912 se inauguró el hermoso y grandioso Rosedal del Prado y con
anterioridad, en 1902, se había construido el Jardín Botánico. Ambos fueron
diseñados por el paisajista francés Charles Racine.
Una
exposición de flores organizada en los salones del Edificio Restaurant Casino
del Prado y la inauguración de la Rosaleda constituyeron dos de los
acontecimientos más destacados del programa de festejos presentado en noviembre
de 1912 por la Comisión Municipal de Verano y Carnaval.
En esta
fecha Racine vio concretado un proyecto
iniciado varios años atrás. En 1908, pese a que el arquitecto Eugenio Baroffio
ya había
aprobado los planos, la obra no pudo llevarse a cabo porque los fondos
destinados a su realización fueron empleados en el arreglo de las plazas
Independencia y Cagancha,
más conocida actualmente como Plaza Libertad.
Recién durante el gobierno municipal de Daniel Muñoz se obtuvo una colección variada de rosales provenientes de Francia, cuya plantación y multiplicación fue cuidadosamente supervisada por el propio Racine. De esta manera en el momento de la inauguración (17/11/1912) se logró reunir aproximadamente 12.000 rosales.
"Tal como
estaba previsto en el programa de festejos, el día domingo 17, tras la
presentación de la Banda Municipal, se realizó una batalla de flores que
distrajo a los visitantes hasta ya pasada la medianoche. Integrada desde ese
momento al paseo del Prado, la Rosaleda se transformaría en otro de los puntos
de atracción para los visitantes del lugar" (datos extraídos de distintas
crónicas de la época).
Actualmente,
la rosaleda está formada por cuatro grandes pérgolas de 60 metros de longitud,
coronadas por ocho cúpulas al estilo Art Nouveau, en las cuales crecen 300
variedades de rosas antiguas y modernas.
Souvenir de Mme Léonie Viennot, Louis Philippe, Alberic Barbier, Rosa banksiae,
son algunas de las trepadoras más conocidas.
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El Prado de Montevideo, rinde homenaje a Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira al llevar su nombre dos extensas avenidas que lo atraviesan. Y la Rosaleda del Prado, como no podía ser de otra manera, lleva actualmente el nombre Juana de Ibarbourou. Alcanza con leer un solo poema para comprender el acierto de quienes lo propusieron.
¿Que es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.
Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.
Y murmura al verme la gente que pasa:
"¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!"
¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende
Que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!
Que requiere líneas y color y forma,
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: "Voy con la dulzura",
de inmediato buscan a la criatura.
Que me digan loca, que en celda me encierren
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo carcelero fiel.
Cantaré lo mismo: "Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen".
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!
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© Imágenes jardinenuruguay.com Las imágenes fueron capturadas entre octubre de 2008 y octubre de 2013.
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El Rosedal del Prado también está en nuestros
archivos en
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http://www.youtube.com/watch?v=np7iBuybb10