Ayer Estuvimos
El mágico encanto del Paso del Correntino
Podemos viajar dentro del territorio nacional y encontrar maravillas: sus playas, sus ríos, la bonhomía de la gente del campo, la humildad del trabajador rural, la mano siempre extendida, la vocación de servicio...
Cuando un extranjero pisa estas tierras, se maravilla con todo esto que nosotros, los que habitamos la capital, tenemos tan cerca. Pero un visitante no tiene tiempo como para apreciar todo, y debe seleccionar. ¿Por qué entonces paisajistas de la talla de Roy Cheek y Trevor Nottle han priorizado un lugar dentro de Uruguay, no solo para conocerlo, sino además para aportar sus buenas ideas? ¿Cómo es que este pequeño país, desconocido para la mayor parte de habitantes del planeta, tiene algunos jardines que figuran entre los mejores del mundo?
La respuesta: Rosemarie Chilibroste y su Paso del Correntino. Sobre el Río Negro, cerca de la ciudad de Mercedes, y a algo más de 300 Km. de Montevideo, se ha configurado un verdadero espectáculo para los sentidos, donde se combina maravillosamente lo exótico con lo nativo, un casco de estancia y antigua pulpería, con un parque con estilo apaisado.
Correntino es inspiración, conocimientos profundos y gran dedicación. Correntino es la obra de quien ha viajado cientos de miles de kilómetros dentro de nuestro país y en el mundo para observar, aprender, y luego transmitir todo sin pedir nada a cambio ni guardar nada.
Correntino es rosa y zucará, lapacho y flor de un día, sauce criollo y palma de las Canarias, fusión de plantas que suavizaron la nostalgia de nuestros antepasados inmigrantes con aquellas que hace muchos siglos pueblan nuestro suelo y fueron y son inspiración de nuestros poetas gauchescos.
Correntino es vista privilegiada sobre el ancho Hum, canoas que invitan a dejarse llevar a alguna playa de arenas blancas donde solo se pueda escuchar el murmullo del río y el sonido de algún pájaro cantor, y deleitarse con el resplandor de un dorado en su inconfundible salto.
En Correntino riega solo la naturaleza, y las plantas bien lo saben. Veranos tórridos, inviernos con grandes heladas, lo que aquí crece y vive sabe de rigores extremos. Pero las plantas agradecen cada primavera brindándonos toda su belleza.
Sombra para los visitantes, la mesa siempre tendida, los mediodías compartidos, el diálogo fecundo sobre las plantas y las cosas buenas de la vida...
Y no falta el recordatorio a Saint-Fiacre, patrono de los horticultores. El santo francés tiene aquí también su altar.
Y el parque, el extendido parque, cerca o lejos del río, aquí todo está en su lugar...
Una sintonía perfecta con la naturaleza, quien retribuye tanta contemplación regalando sus mejores colores, perfumes y sonidos.
Inevitable la despedida, con la promesa de volver cada primavera. Ineludible la visita, ya que en el arte de la jardinería, Correntino es marca uruguaya, Correntino tiene sello propio, el de la belleza, la cordialidad y la excelencia en horticultura ornamental.
Agradecimientos: Una vez más, a una de las más destacadas figuras de nuestra horticultura ornamental, Sra. Rosemarie Symonds de Chilibroste.
A las Ings. Agrs. Silvia Gil y María Virginia Bado, por las magníficas imágenes de la visita.
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